miércoles, 17 de febrero de 2016

Desde que viniste a por mis piedras CAPITULO 2

Se hizo de día en el castillo de la pequeña princesa, ella, que no había dormido mucho salto de la 
cama como una loca, se peino sus cabellos, y se puso su vestido preferido, aquel que todos los 
príncipes que su abuelo, mandaba para ella detestaban. Cuando estuvo lista arrastro su caja de música al sol como cada día y coloco una piedra cerca de ella. Bailo y canto. Se sentó en la piedra, casi se
 duerme encima de ella, pero el no venia, ¿ le habría pasado algo? ¿ No había entendido quizás lo que dijo al marcharse? ¿Como iba a venir a llevársela? Si no la conocía de nada. ¿ Porque había sentido
 eso? ¿ acaso su abuelo lo había mandado para hacerle mas daño? Preguntas y mas preguntas sonaban en su cabeza sin respuesta, nunca la tenían, solo ella podía imaginarse las contestaciones pero casi
 nunca sabia si estaba en lo cierto. Cansada de esperar empujo la caja hacía el interior del castillo, 
cuando estaba ya casi dentro, escucho el galopar de un caballo, a lo lejos. 
No sabia que hacer, miraba hacía los lados, ensayando una y otra vez el discurso que se había preparado para cuando el llegara. 
¿quien eres? ¿Sebástian? No conozco a nadie que se llame así, y mira que por aquí pasa mucha gente.¡¡¡ Bah!!!! era absurdo, ni siquiera sabia si el se acordaría de que ella existía.
Sebástian llegó, ato al caballo a un árbol, vio la piedra que la princesa había colocado cerca ,pero la paso por encima, y se agacho a por otra que estaba mas cerca de la puerta donde estaba la 
princesa, desde el suelo ella lo miro enfadada, y le dijo: ¿acaso no has visto que te he dejado la piedra cerca de donde ataste tu caballo?, ¿acaso tu no has visto que he cogido la mas cercana a ti?-dijo Sebástian sonriendo. Ella no sabia si sonreírle o seguir con semblante enfadado. Pero yo quise
 ahorrarte el trabajo de venir hasta aquí a por ella-contesto por fin la princesa. 
El muchacho con gesto de resignación se sentó en el suelo al lado de donde estaba la princesa y acto 
seguido la cogió y se la sentó en las rodillas, ella se dejo.
Hablaron durante un buen rato, rieron juntos y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, ella pensó varias veces en su abuelo ¿acaso mandaría su abuelo a alguien tan diferente? Sebastian
 solo contestaba alas preguntas que le parecían oportunas,de la curiosa de la princesa, el no podía 
entender como había sido posible que la princesa olvidara su nombre. Ella triste por no poder darle
 una respuesta,se limito a mirar hacia abajo, mas abajo todavía. El muchacho al verla mirar al cercano suelo,le levanto la cabeza con su dedo y le dijo: tenemos todo el tiempo del mundo para que lo 
recuerdes,y si no lo haces podemos ponerte otro nuevo, otro que te guste mas. La princesita sonrió 
coqueta. 
No podía ser todo tan bonito, a ella nunca le pasaban cosas asi,la vida no tenia para ella un cuento con final feliz y eso ella lo tenía muy presente. Para ocultar su tristeza la pequeña preguntaba y preguntaba sin parar para que Sebastían pudiera contestarle, tampoco lo hacía. Contesto a muchas de ellas, le contó que venia del
 norte, pero no para que, todo a su tiempo-decía cuando no quería contestarle a las cosas. Ella se preguntaba porque el no le hacía ninguna 
pregunta sobre ella. ¿ porque no me pregunta que hago aquí sola? ¿ porque no le extraña mi pequeño tamaño? ¿ acaso no ve?. 
Preguntas y mas preguntas unas a ella misma y otras como esta ultima a el.  ¿Acaso no ves?- pregunto por fin poníendose de pie encima de sus rodillas. Si, que veo-dijo sebastian riéndose. ¿ y puedes ver bien con ese trapo en el rostro?- volvió a preguntar. Puedo verte a ti señorita preguntona- contesto el. Ella no pudo evitar sonreír y el dijo: y 
puedo ver que tienes una sonrisa muy bonita. Ella sonrojada, y adecentándose un poco el pelo dijo: 
Yo la tuya no se como es ¿ no me vas a dejar verla nunca?, todo a su tiempo volvió a contestar él. 
Silencios y risas inundaban aquel bosque retirado cuando sebastian cogió ala princesa acaricio su pelo y la dejo en el suelo. Ella no sabia que hacer no quería que se fuera, no quería quedarse sola otra 
vez, pensando en el. Esperando a si el día siguiente volvería para llevarse otra de sus piedras, tenía miedo, miedo a no volverle a ver, preguntas y mas preguntas rondaban su cabeza. 
El muy tranquilo cogió la piedra y la metió en un saco que tenia en el caballo. Iba a subirse al caballo cuando se paro delante de el. Giro la cabeza con su rostro tapado y volvió a andar en dirección a la princesa, ella inquieta, loca,nerviosa no sabia que pensar. ¿ acaso se la llevaría ya con el? El se arrodillo delante y con voz muy suave le dijo : no pienso dejar de venir hasta que me haya llevado todas tus piedras y entonces seas tu la que te vengas conmigo. Dejo a la diminuta princesa sin palabras monto en su caballo y entonces ella le grito: ¿ tu nunca me haces preguntas?, ¿como?- dijo el desde su caballo. ¿que si nunca vas a preguntarme porque son así de pequeña?- pregunto ella con voz entre cortada. ¿ pequeña? Yo te veo mas alta que ayer pequeña mia.- sonrió sebastian mientras salia cabalgando con su caballo. La princesa corrió dentro de sus castillo y al ponerse en la pared donde se había medido desde que toda la maldición empezó, se dio cuenta de algo alucinante, era cierto...había crecido 20 cm mas que ayer. Y de repente otra pregunta sin respuesta ¿ que estaría pasando?

CONTINUARA...

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