miércoles, 30 de marzo de 2016

Desde que viniste a por mis piedras CAPITULO 5

Amaneció en el castillo y la pequeña princesa no había dormido nada, las preguntas de su cabeza no la dejaban pensar, preguntas y preguntas que se hacia a ella misma sin encontrar la respuesta.
El día pasó lento y ninguno de los dos muchachos se dejo ver por el castillo.
La tarde caía y la princesa no podía parar de dar vueltas, impaciente, incomoda, las ropas le pesaban y le apretaban sin saber por que, de repente tubo un momento de lucidez y se dio cuenta de que al aumentar su tamaño de manera muy rápida y sobrenatural los ropajes se le habían quedado pequeños, la princesa corrió a un baúl y saco un vestido que tenia guardado de su madre, un recuerdo que le hacía entender como habían cambiado los tiempos desde entonces. Su madre era bella, inteligente y muy alegre, ella había muerto cuando la princesa aun era una niña, había pasado por una dura enfermedad y ella no dudo nunca en cuidar a su madre, eso la ponía muy triste. La tristeza la llevo a el momento que su estatura empezó a reducirse, su padre, un caballero valiente había desaparecido en combate, no supieron nada de el hasta pasados unos años, una carta del ejercito les habría comunicado la peor de las noticias, para salvar a su pelotón se había puesto en primera linea de fuego y murió. ERA UN HÉROE, ella lo sabia, al igual que sabia que su madre también lo había sido por luchar como lo hizo contra su enfermedad.
Con la muerte de sus padres, la princesa sintió un vació en su interior, su abuelo, un hombre avaricioso y un poco egoísta, la cuidaba, o eso decía el, estaba casado con una mujer mala, una mujer con poderes un poco extraños, desde que la princesa vivía con ellos, había tenido una mala vida, siempre que hacia algo propio de su edad, alguna trastada, la mujer de su abuelo la amenazaba con que como siguiera así no se haría un ser diminuto e insignificante y fue verdad, desde hacía muchos años era un chica infeliz, nunca había sentido el cariño de ninguno de los dos, es mas se sentía mas querida por el servicio que por su propio abuelo que solo hablaba de su mayoría de edad para poder casarla con un rico heredero, cuando la princesa cumplió los 15 años, justo esa noche, en la que su abuelo no estaba en el castillo,decidió escaparse para no volver mas, los guardias del castillo la pillaron saliendo a escondidas y la llevaron delante de la mujer de su abuelo, esta, en una mezcla entre enfado y satisfacción, la obligo a beberse un té, era relajante según decía la señora, ella tubo que beberlo mientras escuchaba una frase que retumbaba en su cabeza todos los días de su vida, No eres nadie, no le interesas a nadie, tu vida es tan ridícula como tu nombre, tu tamaño irá con respecto a lo que le importas al mundo.
Desde ese momento, la princesa empezó a menguar de tamaño, cada día mas pequeña y mas pequeña hasta llegar a ser tan pequeña como una de sus piedras del castillo. Su abuelo, furioso al ver el tamaño de su nieta, y entendiendo que así nadie se casaría con ella decidió llevarla a su castillo, alejado del reino donde nadie pudiera verla jamas, cuando el conseguía que algún heredero, fuera como fuera, accedía a casarse con ella, le hacia una visita para recordarle cual era su misión en el mundo. Ella siempre rechazo los planes de su abuelo. Y hasta este día, su tamaño había empezado a cambiar, ella volvía a ser la chica esbelta y aunque no era muy alta tenia un tamaño casi normal. ¿Sería porque desde que Sebastian apareció en su vida le importaba a alguien? No lo sabía pero estaba muy contenta por volver a ser ella. 
La princesa dejo a un lado los recuerdos feos de su infancia y se miró al espejo, estaba tan distinta...el traje todavía le arrastraba un poco pero no le importaba.
A lo lejos escucho el cabalgar de dos caballos ¿ dos? ¿quien vendría? Se asomo a la ventana de la almena y vio venir cabalgando, al caballo de sebastian  y justo detrás venia el caballo de su nuevo amigo, ¿ porque venían juntos? ¿acaso se conocían? ¿acaso sebastian iba a pegarla por acercarse a ella? otra vez las preguntas de su cabeza no la dejaban pensar.
Bajó corriendo las escaleras mientras los muchachos se bajaban de los caballos, sebastian cogía una piedra y la echaba a su caballo mientras el otro chico se acercaba tímido ala princesa.
Ella corrió hasta el muchacho y mientras se iba acercando se iba dando cuenta de que algo fallaba, ¿que te ha pasado? ¿ quien te hecho eso? ¿ has sido tu? pregunto la princesa mirando a Sebastián. No el no fue, el me saco de allí a tiempo- dijo el chico dolorido y con todo el cuerpo amoratado.
La princesa no sabia de su asombro no podía entender como alguien podría pegar así a otra persona.
Sebastian con postura seria, esquivo, distante se sentó en una de las piedras del castillo y respiro hondo.
¿alguien va a explicarme que significa todo esto? ¿porque tu estabas en su casa? ¿quien te pego?
Sebastian cansado dijo: tus preguntas hacen que nuestra historia sea aun mas difícil de contar.
No tengo prisa -dijo ella.
El muchacho que su abuelo había mandando para ella la cojió de las manos y le dijo: Mi nombre es Felipe , todo lo que te conté el otro día era cierto, no use mi nombre por que sabia que sebastian venia a verte, le veía salir cada día con el caballo en dirección a tu castillo, cuando mis padres trataron con tu abuelo para que yo viniera a casarme contigo, lo hicieron creyéndome un hombre, al que le gustan las mujeres, cuando vine el otro día y me hablaste de sebastian vi en tus ojos algo que me hizo creer que mis padres tendrían que saber que yo no soy esa clase de hombre y que nunca podría hacerte feliz. -contó el muchacho con la voz entrecortada mientras la princesa lo miraba fijamente pero sin dejar de mirar a donde estaba sebastian.
Dejalo ya! - gritó sebastian. No pienso hacerlo,no ahora -contestó felipe.
Cuando volví a mi casa le conté a mi madre mi historia, algo que llevaba años callándome y que no podía mas dentro de mí. Pensé que ella me ayudaría a contárselo a mi padre para que todo fuera tan fácil y tu pudieras casarte con el hombre que merecías y te merecía, pero no fué así, mi padre enfurecio y lamento no tener hijos normales como el decía. Para el somos seres anomarles, amorfos y despreciables a si que saco su fuerza a pasear y cuando me quise dar cuenta Sebastian estaba enfrentándose a mi padre y quitandomelo de encima.
¿pero... y que hacia sebastian en tu casa? ¿porque dices que tu padre cree que sois seres amorfos? ¿ tu y quien mas?
Sebastian sentado se levanto y se reía se acerco a felipe, este le paso las manos de la princesa y le dijo: ¿Te acuerdas de aquella foto que se me callo del caballo?- la princesa asintió. Pues mirala, a ver a quien te recuerda. ella la saco del forro de su falda y la miró, DIOS ERA FELIPE- sebastian se rió mientras felipe sonreía.
¿ por que llevas una foto de felipe ? ¿soys? ¿soys?
Los dos muchachos se echaron a reír a carcajadas mientras la princesa no sabia donde meterse.
Con lo lista que eres para unas cosas pequeña mía y lo lenta que eres para otras- dijo sebastian sin para de reírse.
¿entonces que pasa? ¿ que sois? - pregunto la princesa, desesperada.
Los dos muchachos se cogieron de la mano mientras sebastian se quitaba el pañuelo de cabeza.
¡OH DIOS MIO ERAN IGUALES! ah no espera, no lo eran, Sebastian tenia un ojo de cada color. aquello a la princesa le pareció tan bonito.
¡¡SOIS GEMELOS!!
Por fin sin preguntas- dijo sebastian mientras miraba tímido al suelo.
Ni se te ocurra mirar al suelo, es lo mas bonito que he visto nunca. le dijo la princesa cogiéndolo de la mano.
CONTINUARA...


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